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REVISTA VILLENA 1998

REVISTA VILLENA 1998

LA CORONACIÓN CANÓNICA DE 1923



El tiempo transcurrido desde la Coronación Canónica de Nuestra Señora de las Virtudes, setenta y cinco años, nos permite enjuiciar con mayor objetividad, la que proporciona la perspectiva histórica, las circunstancias de toda índole que sucedieron en torno a aquel importante acontecimiento.

Villena dependía casi exclusivamente de la agricultura. Cualquier situación adversa que afectara a ésta, repercutía negativa y aun trágicamente sobre la clase trabajadora y modestos propietarios, mayoritaria en este sector de la riqueza local, ya que la industria apenas tenía relevancia. Si comenzamos el análisis desde principios del siglo actual, dos palabras definen la época para tan importante colectivo: miseria y hambre. Unas dos mil cien personas eran atendidas por la Beneficencia municipal, y la cocina del Asilo abría sus puertas para dar de comer, por cinco céntimos, a los que carecían de trabajo.

En el padrón del año 1901, exceptuando las secciones de población 4., 5. y 6., que no constan, los jornaleros censados eran 2.400, y en 1910, un documento municipal relaciona a 742 jornaleros como absolutamente pobres.

A título de curiosidad completamos estos datos con los siguientes padrones: (Referido a Villena y sus partidas rurales)

Año  1906   Carros 796     Caballerías 1.219

         1914               759                        1.027

         1920               780                        1.181

(Archivo Municipal. Elaboración propia)

El número de habitantes era el siguiente: («El Alto Vinalopó» de Enrique Matarredona Colli

Año 1900            Habitantes 14.099

        1910                              15.692

        1920                              16.544

La retribución que percibía el jornalero que trabajaba de sol a sol, era, desde 1890, de 1,50 pesetas diarias. La mujer, la mitad, o sea 0,75 pesetas. Entrado ya el siglo, el Ayuntamiento lo fijó en 2 pesetas, sin especificar el de la mujer, y en 1916 tomó el acuerdo de aumentarlo a 2,50 pesetas. Estas cantidades eran insuficientes para que una familia pudiera subsistir, mucho más si algún contratiempo meteorológico, que sucedía frecuentemente, agravaba la situación y, como consecuencia, se suspendían temporalmente las tareas agrícolas. Acabábamos la centuria anterior con un acontecimiento de gravísimas consecuencias. El doble desbordamiento del río Vinalopó a comienzos del año 1898 que inundó una gran extensión de campos y huertas ocasionó unas pérdidas tan enormes, que su sola enunciación da idea de su magnitud: dos millones cien mil pesetas era la cantidad que figuraba en el expediente que se envió al Gobernador Civil. No es nuestro propósito hacer relación pormenorizada de los infortunios que periódicamente sufría nuestra agricultura, la más importante fuente de riqueza local, pero sí de algunos de ellos: Temporales de agua, pedrisco y nieve que se alternaban con periodos de sequía. Plagas como la piral y filoxera que dañaban gravemente a los viñedos, cuyo cultivo había experimentado en pocos años un importante crecimiento. - La crisis vinícola de 1908 y el problema del año 1913, denunciado por el periódico local El Bordoño en una columna titulada «Ruina de la Viticultura». Añadamos a ello las dificultades que sufrieron los albañiles en enero de 1907 y la huelga de los zapateros al año siguiente y destaquemos una circunstancia que merece especialmente nuestra atención. Se trata de los intentos para crear en Villena una Caja de Ahorros. Las dificultades económicas por las que atravesaban muchas familias que dependían de un jornal, siempre condicionadas asimismo por la continuidad en el trabajo, propiciaban la emigración temporal, cuando no definitiva, en busca de empleo para subsistir. Inevitablemente tenían que recurrir a peticiones de préstamos y en no pocas ocasiones, personas adineradas se aprovechaban de su necesidad con intereses de usura. Ya en el año 1891, el periódico villenense El Demócrata había sugerido la idea de crear una Caja de Ahorros con el fin de evitar estos abusos, pero no encontró el apoyo suficiente para llevarla a cabo. Quince años después otra publicación local, El Bordoño, en su edición del 5 de agosto de 1906 ofreció ayuda para su fundación. Sus fines eran dignos de elogio: - Caja de Ahorros admitiendo ingresos desde una peseta. - Monte de Piedad para acabar con la usura. Préstamos con la garantía de dos personas, y - Caja de Socorros para conceder préstamos sin interés a los enfermos necesitados. Al principio, existió la esperanza de que el proyecto prosperara y acabara siendo una realidad, pero el 28 de junio de 1908, un artículo firmado por Rodolfo Marco auguraba lo que lamentablemente iba a suceder: hacerlo fracasar. Entre otras manifestaciones decía: “Pero las clases adineradas y hoy directoras, encerradas dentro de su concha dorada, olvidan las miserias que les rodean, y abandonan al pueblo que les pide instituciones de auxilio y solidaridad en sus desgracias. Villena Villena, cómo te abandonan los que debían guiarte y elevarte”».

En lo que respecta a la sanidad, todavía el 2 de octubre de 1908, se da cuenta en la sesión que celebra el Ayuntamiento, de dos telegramas del Gobernador Civil de la provincia dictando medidas sanitarias para prevenir cualquier posible invasión de cólera que pudiera presentarse. En diciembre de 1909 se controlaron las viviendas de los enfermos de viruela con el fin de que no se propagase la enfermedad. En octubre de 1918 la epidemia de gripe causó verdaderos estragos. Si el índice medio de mortalidad en los últimos ocho años era de 336 fallecimientos, se elevó por dicha circunstancia a 563, lo que da idea de su virulencia. La situación política local experimentó al comenzar el siglo, una importante novedad que influyó notablemente en su posterior desarrollo. En el año 1903 se inició la creación de las Sociedades Obreras. La más importante se denominó «La Constancia», a la que pertenecían los obreros agrícolas.

 

En 1907 se constituyó la Agrupación Socialista, y el 1 de enero de 1914 tomaron posesión de su acta de concejal por primera vez dos personas de dicha filiación política.

A partir del año 1909, las peticiones de la Agrupación en favor de la clase trabajadora, como consecuencia de las conclusiones aprobadas en los mítines y manifestaciones de los Primeros de Mayo, son incesantes. Su enumeración da idea de las carencias que padecía ese importante y marginado sector de la población. Especifiquemos las más significativas:

- Supresión del impuesto de consumos y su sustitución por un reparto más equitativo.

- Ampliación del alumbrado público en los barrios obreros.

- Que no puedan ser vendidas para llevarlas fuera de esta población las aguas alumbradas.

- Jornada legal de 8 horas.

- Que se den las medicinas que no se hallan contenidas en la tarifa a los enfermos pobres.

- Que se aumente el número de fuentes, especialmente en los puntos extremos de la población.

- Insistencia para que se paguen impuestos directos según el capital de cada persona.

- Que se tomen medidas para evitar que los acaparadores de alimentos condenen al pueblo a morirse de hambre.

- Cumplimiento de la jornada de trabajo en el ramo de la construcción.

- Ampliar el número de subvenciones por lactancia y elevar la cantidad que por ello se percibe.

- Construcción de dos colegios para escuelas graduadas. Unas reivindicaciones, en fin, que hoy suscribirían los políticos más conservadores.

Para terminar con este rosario de calamidades señalemos que el 15 de febrero del año 1910, la Federación Local de Sociedades Obreras, en un escrito dirigido al Ayuntamiento, expresa «...el malestar general de la población a causa del hambre, consecuencia de la acentuada crisis de trabajo...». La Corporación acordó, entre otras medidas, dar principio al funcionamiento de la «cocina económica», y satisfacer de los fondos municipales «...el viaje por mar hasta Barcelona, a todos los obreros pobres que quieran ir a buscar trabajo en las obras del ferrocarril, en construcción, de Canfranc». Causa asimismo perplejidad, que el Jefe de explotación del ferrocarril de la línea V.A.Y. exigiera, en el mes de septiembre de este mismo año, que ciertos empleados trabajaran más de dieciocho horas, cuando ya venían haciéndolo durante doce, y añade que el que no aceptara la proposición sería despedido de la Compañía. Este era el escenario con el que se encontraban los organizadores de la Coronación de nuestra Patrona. Desde 1917 hasta 1922, nueve son los periódicos que se editaron en Villena, pero principalmente dos, La Corona, cuyo primer número ve la luz el 1 de septiembre de 1921, y Nosotros, de tendencia espirita, que nace el 27 de agosto del año 1922, son los que con opuesta filosofía se refieren a la Coronación. El primero de ellos, como órgano de la Coronación Canónica de Ntra. Sra. de las Virtudes, en su editorial del primer número, dice que «hace ya cuatro años que en ocasión Pública y solemne se lanzó la idea...» pero que por circunstancias especiales hubo que posponerla. Añade que ya varias personas realizaron «...generosos ofrecimientos para costear la corona de oro y pedrería que Villena ha de ofrendar a su Reina y Señora». Nosotros, en todos sus números, velada o frontalmente, se opone a la coronación. En el número 9, correspondiente al día 19 de noviembre de 1922, en un artículo firmado por Engracia Pi, dice que se quiere «...coronar con diamantes y oro una virgen, sin pensar en los innumerables necesitados, en los que mueren de hambre y de frío por falta de caridad en los demás».

Como contestación a la petición de donativos para sufragar la corona, este semanario. “Nosotros”  inició el día 3 de diciembre con el título de «Obras son amores», una suscripción para adquirir 100 mantas y construir dos casas, con el fin de entregarlas a los obreros ancianos más necesitados. En Navidad cumplió en parte su objetivo. En el Centro Obrero repartieron 200 mantas. Siguió la suscripción para terminar de construir las viviendas y equipar completamente a quinientos niños pobres. El domingo, 2 de septiembre de 1923, como culminación de la campaña, se entregaron 500 trajes y las dos casas a los ancianos. La protesta del periódico Nosotros en contra de la Coronación fue continua, progresiva y, en ocasiones, de extremada beligerancia. Frases como «pan al pueblo, que la Virgen nada pide»; acusaciones de hipócritas, fanáticos, obra nefasta, despilfarro... eran frecuentes en artículos que publicaba. Naturalmente, las críticas más acerbas, en ocasiones difamatorias, fueron dirigidas contra el artífice de la obra, Don Gaspar Archent Avellán. La campaña dirigida por Don Gaspar desde el Boletín mensual La Corona, para terminar con éxito la tarea que él mismo había propiciado, podemos calificarla de perfecta. Las comisiones de señoras y caballeros nombradas en el año 1917, fueron reformadas o ampliadas con otras personas. Se dividió Villena en cinco distritos para que sus vecinos fueran visitados por las señoras, y unos caballeros designados cuidadosamente, solicitaron la ayuda de los mayores contribuyentes. Igualmente desde el principio, se constituyeron otras de obreras pertenecientes a diferentes profesiones: zapateras, cadeneras, modistas, sastresas, encordadoras, criadas de servicio y alpargateras. Y aún más: en el número 15 correspondiente al 1 de noviembre de 1922, la organización hace la sugerencia de que como son tan innumerables las villenenses que llevan el nombre de la Patrona, se las visite y requiera para que suscriban con una «...cuota mínima de dos reales y aún en los casos extremos de un real... Con lo recaudado sigue diciendo se podría adquirir una joya para engarzarla en lugar preferente de la corona, como testimonio perpetuo de su amor por Ella. Trescientas una fueron las señoras y señoritas que contribuyeron con un total de 938,85 pesetas para la adquisición de la alhaja». Dicha joya tenía forma de «hojas y maceta, ondulada al centro, de oro de ley y platino puro, con un zafiro, quince brillantes y siete diamantes rosa y con la inscripción grabada: Las Virtudes de Villena a su Patrona». Posteriormente se crearon las comisiones de adorno de calles, invitación a personalidades, organización de la coronación... Todo se cumplió según el programa que se tenía establecido. Lo recaudado fue suficiente para amortizar los considerables gastos que se produjeron. Se adquirió la corona de la Virgen y el rostrillo, la del Niño, se adornó la peana con planchas y molduras de plata y doña Josefa Amorós Martínez, viuda de Hernández, obsequió a la patrona con un manto nuevo de tisú de oro, denominado de la Coronación, que fue realizado por la afamada casa de don Justo Burillo, de Valencia, bendiciéndose a las 11 de la mañana del día 5 de septiembre en la Parroquia de Santiago. Hoy, afortunadamente, la situación económico-social en la que se encuentra Villena es muy distinta. Celebramos que esta conmemoración se haya realizado con la ayuda aunque no en la medida que todos hubiéramos deseado a los que todavía necesitan de solidaridad. ¡Que no son pocos!

 ATRAS